Columnista Invitado:
Gustavo Serrano
KISS – MONSTER
Cuando me pidieron hacer el review sobre la nueva placa de KISS para la Kiss Army Chile, de inmediato me puse a pensar en cómo encarar esta reseña. Tanto que decir, mal que mal, nuestros héroes rompen un (corto) silencio discográfico de 3 años y se despachan su vigésima placa de estudio, llamada “Monster”.
Un camino sería analizar el disco “track por track”, pero creo que en este caso es un ejercicio inútil, por cuanto jamás nos pondríamos de acuerdo en cual es el corte favorito de cada uno, o de los temas que son relleno, o que aportan más allá de lo esperable. Además, creo que el verdadero valor agregado de Monster es su valor como un DISCO, más allá de los cortes que lo componen.
Por lo mismo, me parece que lo mejor es comenzar con ponernos a pensar en lo siguiente: ¿quién hubiese apostado hace 5 años que, en menos de 3, tendríamos 2 discos nuevos de KISS, con 23 cortes de estreno? Definitivamente nadie. O casi nadie. La banda se veía (y se ve) cómoda girando, y Gene era claro en que el estado del negocio discográfico lo desmotivaba completamente para sacar nueva música.
En la lógica de Chaim Witz, el trabajo debe ser (bien) recompensado, y, por lo mismo, ¿Para qué romperse el lomo si al final todos terminarían obteniendo los frutos del trabajo gratis? Un punto potente y casi insalvable conociendo la sangre que corre por las venas de nuestros amados jefes Chaim y Stanley Harvey Eisein.
Pero, ya sea por la presión, por darse un gusto, alineación cósmica, o lo que fuere, el resultado final es que en poco tiempo, tenemos dos buenos discos de KISS. Mucho mejores que Psycho Circus (lo sé, es una vara de medición, por decir lo menos, baja), y que uno que otro disco de los 80 (que blasfemo, pero así es). Y, entre estos dos discos, Sonic Boom y Monster, es este último el que gana el gallito y se perfila como el mejor de ambos. Por coherencia, sonido, fiato y, sobre todo, porque la banda se sacó la presión de tener que volver al ruedo de las nuevas producciones discográficas. Si la recepción (y, sobre todo, las ventas) de Sonic Boom fue buena, entonces, ¿Por qué no repetir la experiencia?.
Y así la banda entró al estudio utilizando la misma lógica de Sonic Boom: sin agentes ni compositores externos, sin productor ni nadie que les diga qué es lo que tienen que hacer (¿Aceptarían a estas alturas Gene y Paul que alguien les revuelva el gallinero?). Paul como el amo y señor de la placa es el director de la orquesta, y comanda el ataque de estos 12 temas que nos dan poco más de 40 minutos de nuestra banda favorita.
Aparecerán los puristas diciendo que la voz de Paul no es la misma (y en eso estamos de acuerdo, por cuanto en casi todo el disco se le escucha muy desgastado, sobre todo intentando llegar a las notas altas), que los temas son casi iguales a los de Sonic Boom (el parecido entre “Eat Your Heart Out” y “Russian Roulette” es escalofriante), que Thayer se cree Ace Frehley, que Singer no tiene el swing del gato, o que no toca como lo hizo en Revenge, que Gene recita alguno de sus temas, etc. Pero todos estos argumentos (válidos, por cierto) palidecen ante la sola idea que KISS nos de música nueva. Y buena. Y hasta fresca. Y por la cresta que es increíble tener a nuestros héroes demostrando un halo de inmortalidad.
El sonido del disco es mucho más orgánico que el de Sonic Boom. Puede ser el más parecido al Rock And Roll Over (perdón por la blasfemia, sé que es un disco intocable) en cuanto al trabajo desde las perillas. Un claro hálito setentero cubre al disco, y el tributo a los héroes de la banda (The Who, The Beatles y Zeppelin) es patente en muchas partes. Y eso convierte a este Monster en un disco, sobre todo, honesto. Y vaya qué concepto más brutal para colgarle a KISS.
Una de las cosas que más me gusta del disco es que la banda se nota en un peak de performance notable (Desde Revenge que no teníamos algo así).
Veamos:
El bajo de Gene suena atronador, con la distorsión justa, y está omnipresente en el disco (con lo que uno, además, se da cuenta de lo subvalorado que es Simmons en su labor como bajista). Su interpretación vocal encarna lo mejor del demonio bastardo, sobre todo en cortes como “Eat Your Heart Out”. Y el demonio aterrador se nos presenta en forma inmortal en “Wall Of Sound”, la atronadora “Back To The Stone Age” (A mi juicio, el mejor tema del disco, y curiosamente el único compuesto por los 4 miembros de la banda), y “The Devil Is Me” (el final de este tema es un guiño para los fans de Family Jewels).
Eric aporta una soltura y timing impecables, y una contribución tremenda en los coros (Si el comienzo de “Eat Your Heart Out” no es lo más arriesgado, musicalmente hablando, que KISS ha hecho en años, entonces realmente estoy loco), y está a cargo de la agradable “All For The Love Of Rock & Roll” (que si no es “Mr. Speed” 2, pega en el palo).
Por otro lado, Tommy comienza (muy tímidamente) a despegarse del estilo de Frehley. Porque, no nos confundamos, en Sonic Boom es Ace el que está presente, interpretado por Tommy (mismos licks, mismo vibrato, etc.). En este Monster, el nuevo Spaceman (ouch) aporta frescura, con una cantidad casi ilimitada de fills en los temas, componiendo más de la mitad del disco, y con “Outta This World”, de su entera facturación, que es simplemente un temazo.
Y nuestro querido Paul Stanley, el corazón de la banda, se ve más perjudicado por el estado de su voz, pero eso no le impide facturar los mejores temas del disco (como siempre). “Hell Or Hallelujah”, “Freak” (con un cameo de Hendrix) “Shout Mercy”, “Long Way Down” y “Last Chance” son todos TEMONES. Así de simple. Al menos, por garra no se queda Paul, y deja su corazón en la interpretación.
Lo único que queda en deuda es el himno que cantan Paul y Gene (que tuviera una buena resurrección con la cursi y predecible “Stand” en Sonic Boom), por cuanto “Take Me Down Below” me parece el corte más bajo de la placa.
En fin, podríamos seguir llenando páginas y páginas sobre Monster. Probablemente nunca nos pondremos de acuerdo en una nota, o en un concepto que englobe este disco. ¿Que podría haber sido mucho mejor? Sin duda. ¿Que es lo mejor que la banda saca desde Revenge? Tal cual. ¿Qué es una mezcla entre Destroyer y Revenge –concepto que a Gene le encanta usar–? Difícilmente. Si bien tiene elementos de ambos discos (aunque definitivamente el disco del que más tributa este Monster es el Rock And Roll Over) jamás llega a los peaks de cualquiera de ellos.
Lo que más vale la pena es escuchar este Monster sin grandes pretensiones. Oírlo como un disco de rock n roll cantado por los superhéroes que han llenado este mundo de imaginería y merchandising, de la banda más caliente del planeta, del show más alucinante de la historia. Ni más ni menos. Definitivamente es un disco que con cada escuchada se pone mejor, y se aprecia más y más. No entra a la primera, ni a la segunda. En mi caso, desde la cuarta o quinta escuchada comencé a querer el disco y a abrazarlo como el nuevo testimonio de los Dioses.
Claro, igual es probable que, cuando hagamos una perspectiva de la discografía de la banda, Monster no aparezca entre los 10 mejores discos del grupo. A lo mejor tampoco entre los 15. Pero con una discografía tan rica como la de KISS, y pensando en que Simmons y Stanley ya se encumbran sobre los 60 años, que no tienen nada que demostrarle a nadie, que le han ganado a todo y a todos, pedir algo como “el mejor disco de la historia” u otra de esas estupideces que a la gente le gusta solicitar a estas alturas de la vida, es simplemente iluso.
KISS está de vuelta con un espíritu y fiato que no se veían hace años. Se nota que la banda disfruta de lo que hace, y creo que aun hay material y ganas de un disco más (sería increíble que tuvieran un productor como Bob Ezrin para convertirlo en el gran testamento sonoro de la banda).
Si. Tenemos un nuevo disco de KISS. El 20. Es Monster, que, sin problemas, enarbola la bandera de esta institución y hace ver al mundo algo que nosotros sabemos desde hace décadas: YOU WANTED THE BEST, YOU GOT THE BEST. THE HOTTEST BAND IN THE WORLD: KISS!